lunes, 29 de noviembre de 2010

"La historia del aire de la noche" + La noche debilita los corazones

"Cuando los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, los más primeros, se pensaron en cómo y para qué iban a hacer lo que iban a hacer, hicieron una su asamblea donde cada cual sacó su palabra para saberla y que los otros la conocieran. Así cada uno de los más primeros dioses iba sacándose una palabra y la aventaba al centro de la asamblea y ahí rebotaba y llegaba a otro dios que la agarraba y la aventaba de nuevo y así como pelota iba la palabra de un lado a otro hasta que ya todos la entendían y entonces hacían en su acuerdo los dioses más grandes que fueron los que nacieron todas las cosas que llamamos mundos.
Uno de los acuerdos que encontraron cuando sacaron sus palabras fue el que cada camino tuviera su caminante y cada caminante su camino. Y entonces iban naciendo las cosas completas o sea que cada quien con su cada cual.
Así fue como nacieron el aire y los pájaros. O sea que no hubo primero aire y luego pájaros para que lo caminaran, ni tampoco hicieron los pájaros primero y después el aire para que lo volaran. Igual hicieron con el agua y los pescados que la nadan, la tierra y los animales que la andan, el camino y los pies que lo caminan.
Pero hablando de los pájaros, hubo uno que mucho protestaba contra el aire. Decía este pájaro que mejor y más rápido volara si el aire no se le opusiera. Mucho rezongaba este pájaro porque, aunque su vuelo era ágil y veloz, siempre quería que fuera más y mejor, y si no podía serlo era porque, decía él, el aire se convertía en un obstáculo. Los dioses se fastidiaron de que mucho mal hablaba este pájaro que en el aire volaba y del aire se quejaba.
Así que, de castigo, los dioses primeros le quitaron las plumas y la luz de los ojos. Desnudo lo mandaron al frío de la noche y ciego debía volar. Entonces su vuelo, antes gracioso y ligero, se volvió desordenado y torpe.
Pero ya hallado y después de muchos golpes y tropiezos, el pájaro éste se dio la maña de ver con los oídos. Hablándole a las cosas, este pájaro, o sea el Tzotz, orienta su camino y conoce el mundo que le responde en lengua que solo él sabe escuchar. Sin plumas que lo vistan, ciego y con un vuelo nervioso y atropellado, el murciélago reina la noche de la montaña y ningún animal camina mejor que él los oscuros aires.
De este pájaro, el Tzotz, el murciélago, aprendieron los hombres y mujeres verdaderos a darle valor grande y poderoso a la palabra hablada, al sonido del pensamiento. Aprendieron también que la noche encierra muchos mundos y que hay que saber escucharlos para irlos sacando y floreciendo. Con palabras nacen los mundos que la noche tiene. Sonando se hacen luces, y tantos son que no caben en la tierra y muchos terminan por acomodarse en el cielo. Por eso dicen que las estrellas se nacen en el suelo.
Los más grandes dioses nacieron también a los hombres y mujeres, no para que uno fuera camino del otro, sino para que fueran al mismo tiempo camino y caminante del otro. Diferentes los hicieron para estarse juntos. Para que se amaran hicieron los más grandes dioses a los hombres y mujeres. Por eso el aire de la noche es el más mejor para volarse, para pensarse, para hablarse y para amarse."

- también de los cuentos del subcomandante marcos





Con mi prima Bri una vez robamos una frase que nos explicó esa sensación que teníamos. "La noche debilita los corazones", cantaba Ismael Serrano. Mis primas y yo antes nos lo explicábamos con una mirada y un modo de vivir: desde los atardeceres a los amaneceres. A la noche pasaba todo. A la noche tenía que pasar todo. 

Me acuerdo que cuando Bri tuvo la oportunidad de darse un beso con su primer novio ella exigió que sea de noche. Recién cuando apareció la luna se fueron a la placita San Martín y bajo el mástil se enamoraron por primera vez.
En esa placita, también cuando el cielo estaba estrellado, yo le di el primer beso a ese amor de quince años. 

Algunas veces dudé de la noche. Y dije que era por las sierras que pasaban esas cosas. Pero cada día descubro más que es la noche la culpable, la que debilita los corazones. 


Siempre fue a la luz de la luna (a lo mejor tapada por un techo) que pasaron mis mejores besos, mis mejores charlas, mis mejores abrazos. Fue tirada bajo las estrellas que me salieron las mejores palabras, que creé los mejores recuerdos, que lloré más sinceramente. 


También es por la noche, con el corazón débil y cachuzo, que me pongo más triste, que extraño más, que me dan ganas de vomitar miles de palabras. Pero como es por la noche trato de aguantar. Hasta que se me enduresca el alma otra vez, con el sol. Como una piedra.  El corazón es un motor que bombea sangre, canto desde la bici, y me siento bien sabiendo que no tengo que preocuparme por alguna sensación molesta*.


A veces abro los ojos, con el nuevo día, y me sigo sintiendo así, caída, flacucha, débil, como anochecida por dentro. Estrellada todo el día, toda la noche. Ahí es cuando me doy cuenta de que me pasan cosas de verdad. Que estoy en un quilombo verdadero. Muy lindo o muy triste, pero verdadero y enigmático al fin; como en estos días, que entre apuntes y falta de sueño, me levanto siempre con un chuchi en el alma. Cargando un abrazo, una sonrisa y una dosis de incertidumbre. 


La prueba es que estas palabras me salen al atardecer. Jugo de tomate frío en las venas deberás tener, me vuelvo a cantar. Me salen cuando todavía hay sol, cuando las palabras todavía deberían estar quietas y esperando, como todas las noches, que yo me siente, porque no tengo más fuerzas, porque no tengo más ganas que de sentarme y escuchar. Un poco de música. Y un poco de todo lo que tengo para sentir. 
  




* soy media loquita

me tomo 5' para un mate y un blog

"...salud y sabed que...

 

para el amor, la cama es sólo un pretexto; 

 

para el baile una tonada es sólo un adorno; 

 

y para luchar, la nacionalidad es sólo un accidente meramente circunstancial".

 

 

de los otros cuentos, del subcomandante marcos. 

lunes, 22 de noviembre de 2010

si algún partido, movimiento o agrupación de 
cualquier carácter propusiera 
quemar los campos de la 
oligarquía apátrida yo
me ofrecería gustosa 
 
incendiaría un enorme campo de maíz 
y te invitaría a 
comer pochocolo
 
 
- de seba bruzzese en su minilibrito "resistencia" 

martes, 16 de noviembre de 2010

algunas quieren ser una chica almodóvar,
yo quiero ser una margarita de rosencof


Aquella tarde de otoño era dorada
árboles y casas tras un tour amarillento
las copas calmas... el cielo tenue
el sol más lento... sus ojos sonreían
estaba enamorada...
Caminábamos los dos la hora encantada
en que el farol garúa su primer aliento
cuando salta a su paso un presentimiento
“...Dios mió...” dice... “ que nunca pase nada”
que puede pasar?... nada
nada va a pasar no se... no se...
“...es que todo es tan hermoso”
nos besamos con miedo
y volvimos a andar
pero tanto silencio se nos hizo penoso
entonces eligió hojitas secas para pisar
y el juego volvió el dorado más luminoso.
 
 
 
 

lunes, 15 de noviembre de 2010

texto 6

una poesi-íta/palabritas que se me ocurrió ayer pero que tiene que seguir,
de hecho sigue, 
pero esto es lo único que acepto hasta ahora. 








(...)

Y es que a veces,
El corazón puede ser una máquina.


Pero qué pasa cuando se vuelve una maraña de sensaciones
Que causa espanto y fascinación.
Cómo desenredarla, si cada paso,
Grande, chico,
Es más lindo – y oscuro – que el anterior.

Qué hacer con ese peso a la distancia;
Y con la vuelta en bicicleta;
Y cada árbol, cada calle, cada adoquín,
Que me devuelven tu mirada…
…Y ese olor tuyo, 
a mate viejo,
que me fascina/domina.


Qué hacer a la distancia de tenerte al lado, de tenerte lejos
Con tanto corazón fluyendo .
(...)

domingo, 14 de noviembre de 2010

Y Además
Mi corazón
Tiene la culpa
Porque nació
Tan tibio y sorprendido
Y yo también
Un poco
Y este cielo
Y estas mañanas libres
Y estas calles
Por donde el aire estalla
Y este gran infierno de los hombres
Tiene la culpa


Pero
Sobre todo
Mi corazón
Que no me deja
Mi corazón
Que me derrama
Y me pierde


La culpa es mía
La traigo desde lejos
Pero qué puedo hacer
Sino vivir así
Y andar a cada rato
Con un dolor
Y un sueño
Custodiándome


Qué puedo hacer
Si el corazón
Me vino enorme
Y tiembla
Por cada soplo liviano
Qué puedo hacer
Sino abrazarlo
O cuanto más
Echarlo al aire
- Hugo Gola

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pegate unos buenos temas Fito!!!

- amo tanto a esta banda y a este fito cabrales carajo, me hacen tan bien al alma, que acá va una lista de solos rockeros rockanroleros - 








 






* a este vamonó le agregaron letra por el vivo, magnífico magnífico, letra de la cabra mecánica, sinomequivoco, otra bandaza española, maldición. hay que ir. *




Dos buenas para pasar un día de miércole'

 - Que ande mal el orden aleatorio de tu mp3 y entonces tengas que escuchar como seis veces una canción que te hace cantar con sonrisa y estirando el cuello... así (como hago ahora pero nadie puede ver aunque muchxs me hayan visto emocionada por una canción)

O sea, esta canción: 



- Una Fernanda de las Sangrías de García . Pero a ella no la muestro porque es muy linda y sólo mia.

martes, 9 de noviembre de 2010

Una desde la comisaria

El lunes me levanté temprano. No tanto como debería haber sido, pero temprano al fin. Con tanto viento no había dormido bien. Me levanté, escuché un radio teatro en Radio10 (cuyo audio hay que conseguir porque es tragicómico nefasto) y después de unos mates con frutigran salí de responsabilidades. Me mojé en la facu. Me mojé yendo a casa. Me mojé yendo a la otra clase. Y a la vuelta también. Eran como las 15.30 y seguía lloviendo, pero yo ya estaba en casa. Después de saciar otras responsabilidades, me dispuse a pasar la vida buena: panqueques, mates, lluvia y una película que no me haga pensar. Así fue como, entre flashes de Jurassick Park 2, me dormí mi siesta. 

- Lau me voy. ¿Voy a tener frío así?
- Eh? No, estás bien. Si en la cancha entre tanta gente te morís de calor.
- Bueno, chau!
- Bueno. Ey Juli, cuidate...
- Pero sí... Además yo no me cuelgo del colectivo ni nada, salto un poco nomás.
- No pero posta, no por vos, pero viste... 

Mi hermano Julián va a ver a Central siempre que juegue de local. Ahora tiene 16, en ese momento estaba pasando su último día de 15 años. Unas (cuantas) horas después nos íbamos a reir de esa charla. Y de la del día anterior también, cuando en el almuerzo familiero nos pusimos a hablar de cárceles, detenidos, hurtos y pintadas. Julián le había preguntado a mis viejos sobre qué harían en caso de que vaya preso. 

Sigo con la siesta. Se fue Julián, llegaron los viejos. Mate va, mate viene. Después, ya en mi habitación, organizaba mi cena noche show con amigos flieros y porteños. Hasta ahí todo bien. Bajaba a avisarle a mi madre que no cenaba en casa cuando la escucho hablar con mi abuela: "no, Juli está en la cancha, quedate tranqui, sí re bien..." Después, escucho que corta. Va a la tele: "mirá Santiago, ya pasan imágenes de la cancha. A ver si lo veo a mi hijito lindo que seguro se fue redesabrigado ese.." Mi padre hablaba por teléfono. Corta. Y dice: "Julián está yendo a la novena". 

Todo eso en un instante. Yo no había llegado a terminar de bajar las escaleras. Eran como las 19.30, no tengo idea. Mi madre enloqueció: que no le hagan nada a mi hijo, que más vale me expliquen por qué se lo llevaron, que es menor, que no puede estar mucho, que ya me van a escuchar, que lo llamo a Sergio, que llamo a un abogado, que pim, que pum, que pam. Mi papá la calmaba y le decía que no se preocupe. A mí me temblaban un poco las patas. Porque soy maricona, pero no estúpida.

Medio para cuidar a mi vieja, medio para ayudarla a poner una bomba en la comisaria, salimos las dos para la novena. Mi papá me encomendó cuidar a la vieja. Él se iba a trabajar, pero que cualquier cosa lo llamemos. Durante el trayecto, Jeremías fue nuestro guía del barrio Arroyito y ahora lo queremos más que antes. 

Con Julián pudimos hablar una vez más, "no firmes nada Juli, ni digas nada, ni des declaración, ni nada", es lo único que pude decirle. Después el comando le iba a sacar los celulares, después también, Julián contaría que el no dijo ni su nombre a la policía: "porque mi hermana y mi mamá me dijeron que no diga nada". Un genio. Pero por suerte no se le rieron (como sí sucedió con el niño de 16 años que se largó a llorar). 

Cuando llegamos ya había dos padres. Marcela estaba a los gritos. Yo la calmaba, un padre también. "Quedate tranquila, ya estás acá", le decía. Mi mamá le contestó que mientras su hijo esté ahí dentro no iba a calmarse. Después llamó a sus compañeros del diario, los de policiales que saben bien qué hacer y qué pasa, y ellos la calmaron. Eran ... no sé, no sé si casi las nueve o si casi las ocho. De a poco llegaban padres. De a poco nos enteramos que los bajaron de un colectivo en el que hacían quilombo. 

Eran doce o catorce detenidos menores, un par mayores. Los menores salieron a eso de las once de la noche, de los mayores no supimos. 

La comisaria novena es un tanto tétrica. Al menos lo que pude ver. En las paredes, dos cuadros, un "arte" escalofriante. Había también un papel sobre la desinfección, que recomendaba dos cosas: algo de ventiluz, de mosquiteros y de tapar agujeros porque podían entrar ratas. 


Los miedos eran alentados por los policías. Y las policías. A veces me dan más miedo ellas. Iban y venían, nadie sabía qué hacían con los pibes adentro. Se reían, se escuchaban gritos, hablaban por celular, chusmeaban y después iban a lo serio, o sea, nuestros pibes, para ver lo de los trámites para entregarlos, como si fueran paquetitos. 

En un momento dejaron el aparatito para comunicarse con los comandos prendidos y se escuchaba a un policía cantar. Era patético. Manejaba y cantaba. Yo pegué onda con una gordita que esperaba a su sobrino y llorabamos de la risa. "Después los llamamos y no atienden", dijo. Y se le reía. La gordita había llegado con toda la familia, buscaban a un chico de 16 años que iba en el colectivo. "Pobrecito", me dijo. "Es más cagón, seguro está llorando". Se notaba que tenían experiencia. Y estaba bueno que ellos estén ahí y aconsejen a personas como mi vieja. La madre, o abuela, nos decía que más de cuatro horas no podían estar, que igual los van a retener, que seguro los sacaban como a las once, una hora antes, justito. Y que sino, había que llamar a nosédónde y el lío que se iba a armar. Fue esa señora la que preguntó en voz alta si ya no avisaban en las casas que los menores estaban presos. "Como llamaron ellos mismos no avisamos", dijo la policía. Al rato tomaron asistencia de padres. Y entonces, a las diez y cinco, llamaron a las casas de los que faltaban. Para cuando yo me fuí una sola madre había sido encontrada y había llegado, ¿y el resto?

Los padres, las familias, también formában parte del escenario de esa noche. Había una pareja bien clase media: la madre puteaba, el padre hacía chistes. La madre puteaba pero no sabía bien a quién o cómo: ella estaba en la misma posición, en el mismo lugar de ignorancia y sumisión que esos negrosdemierda. Ahora, entonces, los negrosdemierda eran los policías. Negros e ignorantes. "Sí", le dije yo cuando agregó lo de que los sacan de la calle y ni saben leer. "Es lo que necesitan".  Fue la primera vez que hablé. 

El padre hacía chistes. Era gracioso el viejo, hasta que en un momento escuchamos un ruido seco y dijo "ahí fusilaron a uno". Creo que sólo yo lo escuché. Como soy chistenegrofanática me reí. Pero un segundo. Después entendí algunas cosas y casi lloro. 

Había unos padres que hicieron un grupito porque sus hijos eran amigos entre sí. "¡Ah vos sos el padre de Pepito", "¡a vos sos la madre de Menganito!" 


También había un padre top, que creo que esperaba a un mayor, que se compró unas papas fritas lays para la esperaba y tenía un celular que sonaba a cada rato con un patético "quiero mover el bote, quiero mover el bote". Mi mamá quería matarlo. Ella seguía riéndose y de vez en cuando decía algo. Siempre estuvo en el mostrador. Y me decía que esté atenta, que eso -estar incomunicados, no saber qué carajo pasa ni cuánto ibamos a esperar, que escriban los datos, los antecendentes, todo, a mano- también es abuso de autoridad y maltrato.

Había un padre que se reía. Se daba cuenta de la situación mitad graciosa mitad dramática, y él le decía a mi vieja que esté tranqui, que lamentablemente los otros tenían el poder. Ella le decía que no le iba lo de la sumisión. El padre de quiero mover el bote proponía que, en caso de que gane Central, llevaramos a los pibes semanalmente presos. Nos reíamos. De vez en cuando alguien iba a preguntar cómo iba el partido. Ganó Central, y fue recién ahí cuando los trámites agilizaron. ¡Ah! ¿Coincidencia? 

Una madre nos había advertido eso. Ella llegó temprano y le dijeron que se vaya a ver el partido tranqui. Lo hizo. También se notaba que tenía experiencia. En el entretiempo pasó por la comisaria y preguntó si la metían presa por pegarle a los hijos ahí dentro: "me están haciendo perder el partido". La policía le dijo que ahí no, que aguante unas cuadras. Sus hijos salieron primero y, salvo el de diez años, se notaba que también sabían cómo era eso de caer

Salían de a poco. Julián salió riéndose. "Me río para no llorar". Los policías y chicos demorados que salían lo saludaban: "¡feliz cumple Julián!". El saludaba. Mi mamá y yo no saludamos a los canas. 


"Son más cargosos los presos", decía Julián sobre su aventura. Y contó: que el colectivo era un quilombo, que estaban hasta en el techo y que habían sacado un vidrio y todo. Pero que a los que hicieron eso no se los llevaron, sino que los bajaron a ellos, a los que tenían la camiseta, y adentro. Y que adentro estuvo todo bien, que hasta querían hacer una pelota de fútbol con medias para pasar el rato. Algunos sabían de estar ahí, es más, uno temblaba por sus 28 causas y su libertad condicional. Otros tenían miedo. Otros, como Julián y otro chico con que hablamos, se lo tomaron con soda. 

El hijo de los de típica clase media salió y enseguida preguntó cómo había salido Central. Es lindo eso del club. El padre había dicho que con eso iba a poder ajustarle un tornillo, la madre que lo haría si el pibe quedaba vivo después que lo agarre ella. En el pico de la incertidumbre ella había dicho, con un poco de sarcasmo: "está fallando el sistema parece". La abuela, la de la familia de la gordita, la que nos tranquilizó a todos, la miró y le contestó: "no señora, el sistema anda muy bien". 

jueves, 4 de noviembre de 2010

En una mesa del patio del club El Federal, de Zeballos 4641, se discutía sobre en qué era mejor invertir para el club: ¿un metegol o una mesa de ping-pong? Participaban de la charla chicos y chicas de diferentes edades, aunque ninguno pasaba los 30. Pero lo más llamativo, lo diferente de esa charla sobre “políticas” del club, era que cualquiera podía opinar al respecto: los del club El Federal, claro, pero también los de “El Luchador” (el club que queda a tres cuadras, por calle Lima entre 9 de Julio y 3 de Febrero), además de Varón, del bodegón Pocho Lepratti, y hasta la periodista que se acercó a ver qué pasa ahí, que son tan chicos, que son tantos, y que, realmente, están haciendo algo diferente.

En la zona oeste de la ciudad los chicos recuperaron esos espacios públicos que estaban hechos para ellos y que alguna vez fueron destruidos, vaciados y olvidados: los clubes del barrio. Uno, El Luchador, nunca había sido abandonado en realidad, pero hacía años que no crecía. Al contrario, era cada vez más escasa la participación de la gente allí. El otro, El Federal, fue abandonado por las comisiones directivas de turno, quedando en manos de las drogas y la delincuencia. Ambos espacios fueron tomados progresivamente por los pibes del barrio, transformándose en verdaderos lugares de recreación deportiva y cultural, un lugar de encuentro sano que invita a replantearse y forjar el futuro de todos entre todos.

“Lo que pasa acá, por un lado, es que no somos los clubes enemigos del barrio, sino que somos amigos”, dice Matías, de “El Federal”, a pocos días de que se haga la primera reunión de comisiones directivas de ambos espacios. “Nos hacían creer que los dos estábamos peleados: El Federal por un lado y El Luchador por el otro. Pero fuimos abriendo los ojos, y vimos que, en realidad, el pibe que tenemos al lado no es un enemigo, es un amigo, y que es mejor hacer cosas juntos y hacernos cargo de eso que hacemos. Primero vamos a encontrar al amigo y después visualizaremos al enemigo, que no es ni El Luchador ni El Federal”.

Otra cosa que pasa ahí es que quienes “tomaron el control” de los dos espacios son los jóvenes y adolescentes del barrio. Muchos de estos pibes (y pibas) no llegan a los 18 años aún, pero igualmente participan tanto de las reuniones de comisión directiva como del trabajo cotidiano en el club. “La fuerza sale de los jóvenes: la prioridad de todos nosotros hoy es el club”, destaca Matías. Y su compañero Nicolás agrega: “todos los pibes queremos forjar nuestro futuro y lo mejor de los más chicos es que no se van corriendo, su futuro es mas simple y te vuelven a encaminar a la horizontalidad. De esa manera aprendimos, por ejemplo, que si todos eligen el metegol… bueno, será así”.

A medida que la reunión avanzaba, cada uno de los presentes alrededor de la mesa descubrió que tenía algo para acotar. Dejando de lado la discusión sobre el metegol y el ping pong, todos lograban ponerse de acuerdo en qué es lo que valoran y quieren rescatar de esta historia que están comenzando a escribir. “Todos los que estamos acá nos fuimos encontrando, empezamos a conocer personas que nos abrieron los ojos y así nos dimos cuenta de que estos espacios son nuestros y nos tenemos que hacer cargo, cuidarlos”, reflexionaba Fabio, del club El Luchador.

Si existe un punto al que los muchachos vuelven constantemente es justamente a ese: a la valoración que hay que darle al espacio público. Bajo el consentimiento de sus amigos, Matías vuelve a hablar, y explica, entonces, que lo que ellos buscan es volver al “club social sin fines de lucro, a diferencia de los otros clubes que son una propiedad privada y ya desde la cuota mensual te marginan. Acá no queremos eso: nadie se queda afuera, ni por cinco pesos”.

“Aprendimos a hacernos cargo de nuestro espacio, si es que lo queremos reconstruir. Así, estos lugares se transforman en autogestivos, ya que no esperamos subsidios de nadie para hacer los baños o comprar la mesa de ping pong. Si hay que hacerlo y nadie nos ayuda, se hará una rifa o una peña. Si el Estado tira una mano, bienvenido sea”. Desde este camino de la autogestión y horizontalidad, Matías no deja de destacar las –no tan- pequeñas victorias que han alcanzado: “en el buffet de El Federal se vendía droga, hoy hay una biblioteca. Antes se pintaba de blanco la plaza llena de graffitis, ¿eso es una victoria? No, es una careteada”.

Marcados por el pasado del club El Federal, los chicos remarcan que gran parte de la movida es para que nadie quede en la calle, al amparo de la droga. “Ese es nuestro estímulo, para que el chico no se quede mirando Tinelli, sino que venga y piense”, remarca Juan Manuel, que dicta un taller de lectura en El Federal. Haciéndose cargo de las cosas, luchando para que el club tenga vida hacia delante y trabajando en conjunto, los pibes y pibas del barrio se aferran a estos nuevos, o no tanto, valores que confían se pueden aprender y transmitir.

Dos realidades diferentes

A pesar de que los chicos trabajan juntos, son amigos y apoyan cada uno de sus trabajos, las realidades que hacen a cada institución son muy diferentes. El club El Federal, por un lado, tuvo una historia “muy dura, con mucho maltrato. Era un lugar donde se vendía mucha droga y el barrio lo veía bastante mal”, cuenta Matías. El Luchador, en cambio, nunca cerró: tuvo la suerte de que pocos viejos lo mantengan abierto, y que por eso sigan yendo vecinos de diferentes edades.

Este último espacio se fundó en 1932, primero como una biblioteca. “Como este era un barrio de laburantes, en esa época buscaban un lugar para manifestarse”, cuenta Favio. Con el paso de los años, luego de una mala época de, como dicen los chicos, “vaciamiento cultural”, el club ya no era tan concurrido. “Una política ha desvastado estos lugares. Desde allí se atacó a la cultura”. La realidad para los adolescentes, que ahora ya son jóvenes adultos, era que el club se volvió un lugar lejano a la diversión. “Este club nunca cerró, algunos viejos se quedaron ahí. Igual estaba muy vacío y nosotros nos aburríamos. De a poco nos fuimos interesando por el laburo y tuvimos la suerte de que los más grandes nos abrieron las puertas”.

Si bien la comisión directiva de “El Luchador” está formada por diferentes edades, eso no significa que sea una forma de organización “vertical”: “hay cargos porque es como lo manda el estatuto, pero laburamos de manera horizontal. Siempre que se ponga el cuerpo y se participe, todos tienen opinión”.

Todo esto que demandan los chicos, la diversión, el espacio recreativo y la reapertura al barrio es respaldada por una realidad alentadora: desde que ellos entraron a la comisión directiva, el club se incrementó en 300 socios.

Y por otro lado está el club El Federal, fundado en 1943. Un club que con el paso de los años, “fue tomado por distintas manos, no con un fin colectivo como debería ser. Eso lo fue llevando a que cada persona que lo agarre sea con un interés individual, y por lo tanto haga del club un espacio no sano para el barrio y los vecinos… Acá se vendía mucha falopa, se centralizaba todo lo que sea droga. Y lo peor  es que la policía estaba muy involucrada. Así, nadie quiso seguir participando y fue cayendo el compromiso de los vecinos para con su espacio”, cuenta Nicolás.

“Más o menos en mayo, julio, de 2008, empezó a correr el rumor de que el club se quería privatizar. Y eran los de la directiva, que no tienen nada que ver con la gente del club en general. A partir de eso nos empezamos a armar como comisión, para tener amparo legal, y un 26 de diciembre de 2008 nos constituímos”. Esa nueva dirección del club tenía, y sigue teniendo, la característica de que, en su mayoría, está formada por chicos que antes “peleaban el espacio y los callaban”.

“Nos terminamos de organizar definitivamente en mayo de 2009. Se empezó con fútbol, lo más convocante, y de a poco sumamos talleres. Vamos despacio, trabajando y queriendo al club. Identificándonos”.

Si bien en la comisión directiva figuran los chicos mayores de 18, sólo es por cuestiones legales. La realidad de El Federal, y lo que lo diferencia de otros espacios, es que en las asambleas participan personas de cualquier edad, y todos hacen lo mismo. De a poco, dice Matías, “el barrio empieza a creer en el club. Se va torciendo este prejuicio sobre la droga. Acá faltan generaciones de 30, 40 años, y por eso nuestro desafío es más grande. Pero vamos a ganar los espacios públicos que nos robaron”.

Afortunadamente, las diferencias entre el pasado y el presente no se hacen esperar. En un espacio donde no había estatutos, ni rejas, ni caños para el baño, pero sí drogas y abandono, ahora se ven murgas ensayando, partidos de fútbol, talleres de guitarra, folclore, tango y voley. “Los chicos de 11, 12, 13 años llegan antes de que abra el club. Y si saben quién tiene la llave, van a la casa para que les abra. Salen de la escuela y vienen. Y en las vacaciones… siempre están”, cuenta Juan Manuel. Y a modo de conclusión, Matías agrega: “Queremos generar continuidad generacional. Crece el club y los más chicos florecen a la par”.


- nota publicada el 31 de octubrede 2010

Este fue uno de los trabajos más placenteros que tuve que hacer para el diario, 
y de los mejores retribuidos: un agradecimiento y un mate. ¿Qué tul? Viva la gente

martes, 2 de noviembre de 2010



Estoy años luz
de entenderte, mi amor
Creo que por eso te quiero
Cosas que no puedo explicar

Si estás sale el sol
y la noche es igual
Quiero verte en días y ensueños

Qué diversión practicas
que no puedo probarla
Mis manos se marchitan
si ya no acarician tu pelo

Quiero verte en días y ensueños