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Octubre - 2008
Hola, ¿qué tal? ¿Qué te gustaría ser, un pájaro? No, gracias, prefiero volar de verdad, quiero ser un pez. Sí sí yo aprendí a volar en el agua, el agua, el agua...
En el medio del río. En el medio del Paraná. En el medio de las montañas, recorriendolas por el agua. En el mar. En las piletas. En los arroyos.
Hola, ¿qué tal? Soy Laura, la serpiente escorpiana. Del signo del agua y hecha de las ganas de ser pez. Mejor dicho, hecha pez de aguas peligrosas.
¿O un Salmón?
Mi nuevo tatoo made in Tania multiuso (ah, pero ideado y dibujado casi-completamente por mi). Y hoy con dos marcas en el cuerpo digo: yo hago mi propia suerte, carajo!
Contra la corriente (mia también).
En el medio del río. En el medio del Paraná. En el medio de las montañas, recorriendolas por el agua. En el mar. En las piletas. En los arroyos.
Hola, ¿qué tal? Soy Laura, la serpiente escorpiana. Del signo del agua y hecha de las ganas de ser pez. Mejor dicho, hecha pez de aguas peligrosas.
¿O un Salmón?
Mi nuevo tatoo made in Tania multiuso (ah, pero ideado y dibujado casi-completamente por mi). Y hoy con dos marcas en el cuerpo digo: yo hago mi propia suerte, carajo!
Contra la corriente (mia también).
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Siempre me gustó el agua.
Menos este año, me pasé todos los inviernos haciendo natación, entrenandome para poder estar tres días nadando en medio del Paraná. Me gusta el agua. Las piletas. Pero más las otras, las aguas de verdad. Las de las sierras, o el mar, o la del río. Me gusta la inmensidad. No saber qué hay abajo, arriba, a los costados. Me gusta ser chiquita en el infinito. Y ponerme de panza al sol. Nadar es como volar. El río y el agua son muy importantes en mi vida. Mojarme. Secarme para volverme a mojar. Nadar. Flotar. Girar. Jugar. Pasar horas en el agua. Y volver a ponerme de panza al sol. Y sino hay sol, mirar la pileta de Ciclón, o las nubes, o las piedras de ese anfiteatro que se hace en Nono. Pero ante todo sentir, aunque sea por un instante, que vuelo. Sin alas ni aladeltas. Vuelo. Vuelo. Vuelo...
Menos este año, me pasé todos los inviernos haciendo natación, entrenandome para poder estar tres días nadando en medio del Paraná. Me gusta el agua. Las piletas. Pero más las otras, las aguas de verdad. Las de las sierras, o el mar, o la del río. Me gusta la inmensidad. No saber qué hay abajo, arriba, a los costados. Me gusta ser chiquita en el infinito. Y ponerme de panza al sol. Nadar es como volar. El río y el agua son muy importantes en mi vida. Mojarme. Secarme para volverme a mojar. Nadar. Flotar. Girar. Jugar. Pasar horas en el agua. Y volver a ponerme de panza al sol. Y sino hay sol, mirar la pileta de Ciclón, o las nubes, o las piedras de ese anfiteatro que se hace en Nono. Pero ante todo sentir, aunque sea por un instante, que vuelo. Sin alas ni aladeltas. Vuelo. Vuelo. Vuelo...
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Quiero abrazarte y que me sientas como se siente el viento en las noches de verano,
Quiero darte un beso con gusto a peperina,
Quiero que nos acostemos en el agua para que nuestros cuerpos se hundan uno sobre el otro,
Y que siendo solamente uno le encontremos formas a las nubes, a las estrellas,
Y a nuestra eternidad.
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Oscuridad… y el aire entrando a cada parte de tu cuerpo.
Desde los pies hasta la cabeza, aire.
Desde un brazo hasta el otro, aire.
Todos los sentidos se llenan de aire.
Todas las emociones vuelan en ese aire.
Hasta encontrarte de cara con tu imaginación.
¿Qué querés hacer? Quiero volar y tirarme al agua de golpe.
Estoy volando y el río está como aquella tarde de sol. Suspiro…aquella tarde de sol. Suspiro, y llena de aire vuelvo a mi lugar.
Estoy volando sobre mi río querido y a él me tiro. Cada parte de aire se llena de agua, se llena de aquella sensación indescriptible. Suspiro. Me río. Y el agua se transforma en cosquillas. Suspiro y me tranquilizo. ¡Sí! Qué alegría, estoy sintiendo y no puedo creerlo. Pienso en contarselo. Pienso en guardarme el secreto. Pienso y vuelvo a volar tanto que el agua, hecha aire, se va.
Vuelvo a volar. Quiero experimentarlo de nuevo… ¿Será posible que sea real alguna vez? Es real y se lo quiero contar: ¡tenemos que hacerlo de a dos! Nunca va a salir mejor que en medio del río, vení.
Y mientras tanto vuelvo a hacerlo. Una vez más. Dos veces más. Infinitas veces más. Y vuelvo siempre a la realidad riendo. Decime que vos también sentís las cosquillas cuando das vueltas en el agua, cuando te tiras dando la vuelta desde arriba del puente, o la piedra, o del borde de la pileta, o del bote… Dejame invitarte a mi otra parte del mundo.
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