Siempre tuve la costumbre de escribir una especie de crónica sobre las veces que iba a ver a Calamaro. Siempre fueron días especiales. Creo que todos quedaron guardados en mi fotolog, salvo el del año pasado, que lo subí al otro blog que tenía y que luego borré.
En fin, esta vez no será la excepción.
Desde que Andrés volvió a los escenarios viajé a Buenos Aires, a verlo. Siempre. La música de Calamardo* fue muy especial durante casi toda mi vida, y recién ahora, que voy a verlo desde y por la nostalgia misma, puedo realmente dar cuenta de eso. Al principio, era viajar a verlo era escuchar sus canciones en vivo, la mayoría por primera vez, y emocionarme, no poder creerlo. Aún se me pone la piel de gallina cuando escucho Canal 69: el primer tema que escuché de él en vivo. El primerísimo. ¿Y lo mejor de ese día? Que tocó con Fito y los Fitipaldis. Completo de principio a fin. Aún me recuerdo, medio pendex, bailando con los rockers que pedían por temas de Platero y Tú.
A medida que la cantidad de recitales calamarescos aumentó, otras cosas empezaron a pasarme allí. Siempre pasan dos cosas: toca un tema que me deja de cara y me hace mariconear, y descubro en cada una de las canciones de su repertorio algo nuevo, una frase que entiendo, otra que siento en el fondo del alma, y todas, todas, que me llevan a algún momento de mi vida, cualquier punto en mi línea histórica.
Este año me peleé con él. Tocó en el Metropolitano y no fui. Muy caro, y además, en el metropolitano. No, no iba a ir ahí. Fui nomás a la graduación de sebastián y paula y nunca más. Un desastre. Hace pocó tocó en BsAs y mi nuevo oficio laboral no me permitió viajar. Pero no dolió tanto. Fue sí, una costumbre rota, quebrada, pero sobreviví. Y para el recital de ayer... no podía no ir. ¿Un año sin verlo? No. Imposible. Salí de cobrar el sueldo de noviembre y fui derechito a comprar su entrada. No me lo iba a perder.
El show fue raro. Porque no fuí con Fede, mi amigo especialísimo para estas cosas, y no me lo encontré a Maico, el personaje especial para esas cosas. Estaba sola, solísima. Siempre quedo sola, solísima, en los recitales de Calamaro, no recuerdo haber cantado ninguno a la par con alguien. Y no me molesta. Creo que es parte de esa intimidad que siento estando ahí. Pero siempre salí y lo abracé a Fede y le conté de principio a fin cada cosa que había pasado... ayer estuve sola solísima, y fue especial.
Llegué al hipódromo una hora antes de que empiece el recital. Antes tocaba The Wailers, no me gustó ni un poco y al público daban ganas de ponerle una bomba. Ese mismo público que después aplaudía a Calamaro, increíble, da lástima. Ahí me quedé solita, paradita, escuchando una sarta de pelotudeces increíble por todos lados. Especialmente sobre los temas de Andrés. ¡Ay dios! Me sacaban de quicio, odio que la gente se quede ahí, en la superficie, y que nadie haya indagado un poco más allá de lo que hay de Andrés. Eramos pocos anoche los que cantamos todos, pero fuimos esos pocos los que de verdad lo disfrutamos.
La previa fue un desastre. Pero cortita, llamativa y afortunadamente. Cuando se apagaron las luces, yo me transformé. En otro tipo de tonta: en la fanática. En el campo de un recital de Andrés, yo siento que él y yo somos amigos. Y que le puedo decir tranquilamente mil cosas, que puedo hablar sola, que puedo no aplaudirlo o no cantarle Paloma, con todo el derecho que la historia y las horas de escucharlo me dan. Se apagaron las luces y yo me puse a murmurar, para mí y para él, a pedirle, que me sorprenda, que no me decepcione, que por favor no empiece con El Salmón (aunque tanto no me iba a molestar) y que ante todo, no cierre con Paloma. Eso no Calamardo, eso no.
Andrés arrancó tocando una versión bizarra y drogadicta de El Día de la Mujer Mundial. Yo me emocioné. Fue maravilloso que haga eso, espectacular. Después la batió con un tema en inglés, no recuerdo cuál y después sí, sí, tenía que tocar El Salmón.
Calamaro hace recitales muy especiales. Para mí, una mezcla de maravillas y estupideces. Me sorprende el despliegue musical que tienen en el escenario, una banda sin desperdicios, teniendo en cuenta que el bajita es el amor de mi vida, el rockero español de la Cabra Mecánica y Fito y los Fitipaldis, Candy Caramelo, que lo aplaudo más que a Andrés. Ahora mismo no me acuerdo la lista de temas exacta, pero fue acertadísima. Una mezcla de lo último que hizo él, de Los Rodriguez y de Los Abuelos de la Nada y de los temazos salmoneros, claro. ¿Qué más? ¿Qué más? Un saludito a Julian Infante, una fotito de Miguel Abuelo, Luca y Pappo durante Los Chicos... Las estupideces que hace Calamaro de cantar tangos o temas en inglés, que le salen horibles; o también de recitar el Martín Fierro, que le quedó mejor cuando se subía con el mate y los rulos, ahora que es viejo canchero ya no.
Lo que sí me acuerdo es que tocó All you need is pop. All you need is pop, no podía sorprenderme así. Una versión magnífica, para las lágrimas, los gritos, todo, bien para un recital. Un cachetazo. También tocó Comida China... qué grandioso, ese tema me venía marcando los últimos días, ni que lo hubiera imaginado. Y Me Estás Atrapando Otra Vez. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!
Tocó Te Quiero Igual, y me acordé de la nota de Razón y Revolución. Y de por qué ya no lo festejo al Salmón como antes. Me reía sola. No lo canté, me reí y pensé en la que era en el 2006 y la que soy ahora. Qué masa. Me gusta que pase eso, me encanta.
Sobraron de Los Rodríguez, gracias a dios. Y sobraron de Los Abuelos. Y pude bailar al compás de cada uno de los recuerdos que se me salían. Cuando Rosi salió por primera vez a la ruta en auto, y pusimos Sin Documentos, y bailamos... como siempre habíamos querido hacer. Cuando caminabamos por las calles cantando me despierto pensando si hoy te voy a ver; cuando en la colonia nos quedabamos con Pau y Mariano y todos cantando Mil Horas o Costumbres Argentinas o Mi Enfermedad. ¡Mi enfermedad! En los campamentos, en las guerras de canciones, cuando mi mamá baldeaba y yo, con no más de 6 años, la molestaba escuchando esa canción....
También.... todo. Todo. Frases nuevas que mil veces me habían pasado por los oidos, pero que qué sabía yo que significaban eso, frases que en ese momento me hicieron chuchi en el alma. Los recitales de Calamaro son una catarsis. La procesión ya no va por dentro allí. En sus recitales yo dejo todo y salgo como nueva, limpia, con una claridad mental especial. Debo parecer una enferma en el durante. Hablandole, aplaudiendo en la mitad de la canción, aplaudiendo cosas que él dice que a lo mejor parecen sin sentido, pero que no lo son, que a veces son citas de Miguel Abuelo, por ejemplo. Como esa vez que dijo pica pica mi caballo que está en la puerta de aquel camino real, y una pelotuda al lado mio se rio y preguntó qué batía calamaro. ¡Cómo, cómo podía ser!
Andrés tocó Paloma y se fue. Mientras sonó Paloma yo no canté. No podía hacerme eso. Era una traición. Me crucé de brazos y me quedé ofendida, al borde del llanto. Terrible decepción. Pero se fue y las luces del hipódromo no se prendieron. Un chico de atrás mio decía, "va a volver, falta Estadio Azteca, Crímenes Perfectos y Flaca". Tenía razón. Andrés volvió y tocó esos temas, en ese orden. Crímenes Perfectos me enojó un poco, al principio. Pero después lo perdoné. No le canté, pero si la disfruté. Y me acordé de Paula y yo. Qué increíble ese tema y nosotras dos... Antes de que toque Flaca llamó a Adrían Dárgelos. La última vez que lo había visto a Calamaro, ellos dos tocaron Los Aviones, una versión indescriptible, que hizo que el cantante de Babasónicos se gane mi respeto. Pero no lo repitieron. NO. Tocaron Flaca. Y otra vez no canté. No podía ser, una falta de respeto a su trabajo en conjunto anterior. Y casi vuelvo a llorar. ¿Si se iba ahí?
Pero Calamaro nunca me traicionó. Y así como la última vez que lo había visto tocó Por Mirarte, aunque cerró con Paloma había cantado Por Mirarte, anoche se fue después de tocar Alta Suciedad y El Canal 69. Ahí sí se fue, y yo me quería quedar. Seguía pidiendole temas. No le quedaba con que enojarme, lo sabe remil bien. Yo le agradecí. Me miraban como una loca, pero la gente no entiende lo que era eso y estar ahí para mí. Cuando tocó el último tema yo estaba tan feliz, había un puente tan lindo entre la primera vez que lo escuché y ahora... vida, pura vida. Y yo me sentía bien. Plena y satisfecha.
Cuando salí, sola, estaba sonriente. Qué importante es asistir a ese lugar, sola, hacer una burbuja alrededor mio, no darle bola a esos estúpidos que van a los recitales y lloran con Paloma y no con All you need is pop, no, no, no, no, no entienden nada, no puede ser. Como la vez que no festejaron Lo que no existe más, ¿qué onda?
Salí, y me compré una latita de porrón y unas papitas fritas. En la esquina de Lagos y 27 esperé un taxi. Tranqui. Pensaba que menos mal que estaba ahí. No había otro lugar. Y esa esquinita, qué esquinita eh.... a lo mejor podría haber ido al parque, pero nadie suele acompañarme a esos impulsos y si iba sola me quedaba mosca. Llegué a casa y me tiré con la ventana abierta. Estaba linda la noche, demasiado linda, demasiado debilitadora de corazones. Fue un ardúo trabajo emocional el de anoche, pero qué lindo se siente el día después.
Crónicas de La Reichel.
ResponderEliminarMe encanta!
All you need is pop! Bien ahí sorprendiendo con cosas como esa. Y terminando con Canal 69!!! UUHHHHHHHH!!!
Que linda que es esa burbuja impermeable de malas ondas =)
El tema en inglés supongo que es Jumpin' Jack Flash.
ResponderEliminarLinda crónica, me gustó.
Pd: Calamaro puto.