lunes, 24 de mayo de 2010

Los formales y el frío - Mario Benedetti

Quién iba a prever que el amor, ese informal,
se dedicara a ellos, tan formales.

Mientras almorzaban por primera vez,
ella muy lenta y él no tanto,
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa, la de ella,
era como un augurio o una fábula
su mirada, la de él, tomaba nota
de cómo eran sus ojos, los de ella,
pero sus palabras, las de él,
no se enteraban de esa dulce encuesta

Como siempre, o como casi siempre,
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga.
Y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias.
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos,
fue preciso meterse en un boliche.

Y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia,
extra seca y sin hielo por favor.

Cuando llegaron a su casa, la de ella,
ya el frío estaba en sus labios, los de él,
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos

Una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio.
Como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre.

Él probó: "sólo falta que me quede a dormir".
Y ella probó: "por qué no te quedas".
Y él: "no me lo digas dos veces".
Y ella: "bueno, ¿por qué no te quedas?"
De manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella,
después ella besó sus labios, los de él,
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.

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