domingo, 30 de mayo de 2010

Mire: una noche me vino a despertar el sargento Chamorro. "Mi mayor, mi mayor", me dijo, "hay inquietud en la tropa. Parece que en la ciudad hay demasiada gente armada y tienen miedo de que si por ahí sale un colorado medio vivo, no van a saber contra quién tirar". 

- Pierda cuidado, Chamorro, van a saber. 
- No, pero es que parece que hay gente que está practicando movimientos militares, tiro al blanco y esas cosas. Y no se sabe a quién responden. 
Ahí ya me preocupé. 
- Hay una cosa donde la gente está armada y nadie sabe si son nuestros o de quién. 
-Hum, bueno, entonces vaya y averigüe. Cerciórese bien y, seguún lo que sean, arréstelos o no. 
Se fue, Chamorro, con una patrulla, en un camión. Una hora más tarde estuvo de vuelta. 
- Mi mayor, mi mayor - excitado. 
- Qué pasa. 
- Eran todos leales. 
- A quién. Morínigo también habla de leales. Precisión en los términos, Chamorro. 
- Pero es que a nosotros, mi mayor. Están aprendido a manejar unos Winchester viejos. Hasta las mujeres aprenden, viera. Y hay como veinte muchachos con escopetas del doce, trabucos naranjeros y esas cosas. Parece que alguien les dijo que no debían armarse, que la única fuerza armada debe ser el ejército, y por eso estaban clandestinos. 
- Y  a usted qué le parece. 
- No sé, mi mayor... Está bien que nosotros somos la fuerza armada constituida pero... no estaría mal una ayudita. Digo: vamos a ser más. 
- Y claro, Chamorro. Desde mañana les da armamento y me los instrucciona. 
Jéjé, contento se fue Chamorro. 

Y al día siguiente, hablé otra vez por radio. Me referí al asunto y dije que todo el que tuviera un arma en su casa, una escopeta o lo que fuera, era un soldado más de la revolución. Y el que tuviera un cuchillo o una honda, también. Que la Segunda División de Infantería y el Territorio Militar del Chaco eran las fuerzas regulares, pero que en realidad soldados éramos todos los que abrazábamos la lucha contra el régimen. Que las armas de un ejército sólo encuentran razón cuando las empuña el pueblo. Que la revolución se hace con fusiles, pero no solamente con fusiles; que no se hace con hondas, cuchillos ni libros, pero también se hace con hondas, cuchillos  y libros. Todo eso dije. Emotivo. 


- De la Revolución en bicicleta, de Mempo Giardinelli. 

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