jueves, 6 de mayo de 2010

¡Nos vamos a ver a La Tabaré! I

El amor
es llevarse la vida por delante
a puteadas y besos...

Cuando estoy en la oficina muy cansada
prendo la radio y me quedo
tan callada, acostumbrada
viendo el mundo desde lejos
para que no me haga nada
nada, nada más...

¡Por favor! No me dejes aquí ...
tan solo en la vida...

Por amor
reventamos las cadenas
que nos atan
a las patas del miedo

Los amigos están todos ocupados
y yo voy de noche solo
como un lobo envenenado
recorriendo la ciudad
que me mira de costado 
y no me deja entrar ... 

¡Loco! No me dejes aquí,
tan sola en la vida...

Y por amor
nos volvemos macaquitos inocentes 
de repente volamos

La palabra es Amor
¿y nosotros qué hacemos?
En el culo del mundo
Aclimatándonos... matándonos... matándonos...



Fue en el verano 2010, durante nuestras segundas vacaciones en Los Hornillos. Había pasado la primera noche de "todos juntos", y la festejamos con una gran choripaneada, ensalada y cervezas.
Una vez digeridos, decidimos partir. Fuímos algunos nomás los que nos atrevimos a caminar la subidita cansadora (menos mal que era verano), a caminar la otra subidita, más cansadora aún, y a luego pasar al balneario sin que nadie nos vea. Esa vez caminamos un rato más en la oscuridad de la mitad de las sierras, pasamos un alambre y llegamos al río, no nos quedamos hasta ahí nomás como el otro año, no, no...
Si hago un poquitito de esfuerzo, me acuerdo de Flor charlando sin parar con Fer. Me acuerdo que estaban Walter, Tomy, Emi, acostados o tomando porrón, o ambas cosas. Estaba fresco, pero estaba hermoso. De eso me acuerdo sin ningún esfuerzo. Me acuerdo del agua del río, del sonido del agua yendo e hipnotizando; y me acuerdo más todavía de las estrellas. En Los Hornillos se ven tantas estrellas. Allá, en las sierras, sí tiene sentido estar horas tirad@s panza para arriba mirando el cielo. Así se aprende lo que es la inmensidad: acostándose, sabiendo que no se puede apreciar todo el show, que el cuello no alcanza a estirarse y ver todo, y sintiendo un nudo en la panza y ganas de reir. Siempre me río. Y la inmensidad no va a ser una excepción...
En esa parte de las sierras es imposible no creer en los duendes. La primera tarde que fuimos por ahí, Rosi dijo bien lo que yo sentía, preguntándome: "¿Cómo no van a existir duendes acá, prima?".  La realidad de Los Hornillos, y de todo el Valle en sí, es que por ahí la magia anda dando vueltas y es imposible, o muy triste, no sentirla.
Esa vez llegábamos de vuelta a ese lugar de nuestros veranos e inviernos y queríamos andar por lugares así. Con Rosi nos buscamos una piedra sobre la que nuestra espalda pueda almoldarse y nos tiramos.

Inmensidad.

Nudo en la panza.

Risa.

Y nos pusimos a cantar, a los gritos, que el amor es llevarse la vida por delante a puteadas y besos... como alguna vez lo habíamos hecho en frente a esas mismas sierras con un "me despierto pensando si hoy te voy a ver", o frente al mar, riéndonos, al compás del "en un café se vieron por casualidaaaaad..."
Sí, esa canción que puse ahí arriba me hace acordar a todas estas cosas. Y más. Por eso la ansiedad y necesidad de poner cantidad de canciones de La Tabaré y adelantar, en dimensiones minúsculas, cómo son y cuántas las emociones que pondrán-se en juego mañana por la noche. ¡Mañana por la noche!

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