siempre es mejor avanzar lentamenteque quedarse esperando la vía rápida.
El tiempo es implacable,
cada segundo se va un poco,
la aguja lenta nunca se detiene.
El poder de los días y el espacio que se diluye.
Dentro de la cabeza no hay distancias,
apenas un tiempo que separa unos pensamientos de otros.
¿cuántas veces nos sorprendemos pensando diferente a través de los años?
¿cuántas veces igual?
No se trata de jugar a cambiar lo incambiable,
sino de convivir con el tiempo,
esa cruz ineludible.
Cada vez más rápido, cada vez más rápido.
Siempre estoy llegando tarde,
siempre tengo que estar en otro lado
y acá aparece el espacio,
las distancias,
saber que uno no va a estar a tal hora en tal lugar
y Buenos Aires que se abre como un pulpa,
y la constelación de colectivos
nos da un matiz de esperas infinitas.
Y ni siquiera me puedo bañar en el río
porque el tiempo y la constancia lo
ensuciaron.
¿Qué hay en la vida que no sea esperar?
¿no esperar nada?
Vivir,
perder el tiempo, hacer tiempo, pasar la tarde,
ver el amanecer, pasar la noche, recueperar el tiempo perdido,
acortar distancias, atravesar el espacio,
volver a vivir.
Tiempo todo, tiempo nada,
es la hora, tiempo que corre,
tiempo que civiliza
maestro tiempo
que construye verdades
irrefutables.
Nunca el mismo río
y siempre el mismo sol,
y sus rayos viajando en el tiempo
hacia nosotros.
Fantasmas de estrellas flotando en el cielo,
que es distancia.
Mamá, yo quiero ser astronauta,
quiero viajar al espacio,
quiero tener la perspectiva del mundo,
quiero saber si es que de lejos es azul,
quiero llorar sin gravedad
y quiero
no estar en el mundo para ver girar el sol
y estar lejos de todo.
No me esperen a la hora de la cena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario